Cenizas quedan
en el medio de dos cráneos que se miran verticales
al horizonte de los retornos diarios,
dos edades trepan
al deseo de formar sólo una piel.
Desde arriba
se ven,
confunden sus huesos
hasta perderse, en ellos mismos,
sin piel y con su única verdad.
Del libro: Del otro lado, lo ausente